En esta ocasión comenzamos el estudio de la República islámica de Irán, un país fascinante. Se trata de un estado musulmán con un riquísimo pasado histórico, donde se funden multitud de culturas milenarias, medievales y modernas. En esa sociedad han prevalecido los hombres todopoderosos: reyes, sultanes, ayatolas, imanes…El poder carismático vuelto poder absoluto. No está de más comparar ese ejercicio de la dominación política con la manera como se gobierna en tierras más cercanas y queridas: el caso de Cuba. Van, pues, estas reflexiones a vuelo de pájaro y en medio de la álgida discusión generada por la muerte de Fidel Castro.
LUCES Y SOMBRAS DE FIDEL CASTRO
Nadie como Fidel Castro despierta pasiones encontradas, opiniones antagónicas y expresiones verbales que ahora, con motivo de su muerte, se decantan en filias y fobias cargadas de prejuicios y medias verdades. Será necesario, pues, que poco a poco y gracias a los análisis objetivos y rigurosos que están por venir, a la postre florezca una visión más equilibrada y objetiva en torno a un legado político saturado de luces y sombras.
Esa ponderación crítica y totalizadora tiene que basarse en una división clara y precisa entre tres etapas históricas bien distintas: A) La revolucionaria, que parte de la lucha insurgente en Sierra Maestra a partir de 1957 y culmina con la caída de la dictadura de Batista; B) La constructiva, que inicia con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y termina con la caída de la Unión Soviética en 1991; y C) El periódo del declive, que abarca los últimos quinquenios del siglo pasado y se prolonga hasta el momento presente.
A continuación enumero algunos de los aspectos positivos y negativos que emergen durante las tres etapas mencionadas. En el lado luminoso de la Revolución cubana: a) En plena hegemonía imperialista norteamericana, el pequeño y débil país caribeño derroca a un feroz y corrupto dictador, títere de los Estadounidenses. Gracias a la liquidación del viejo régimen, Cuba construye su nueva y vigorosa soberanía nacional. La prolongada sobrevivencia política del gobierno castrista, a pesar del bloqueo económico del país del norte y no obstante la invasión de Bahía de Cochinos y de los múltiples intentos de la CIA por asesinarlo, revela la estatura de Fidel como uno de los líderes políticos más carismáticos y astutos del siglo XX; b) Resultan encomiables los numerosos avances del pueblo cubano en cuestiones educativas, artísticas, científicas, deportivas y de salud pública; también suscita elogio su capacidad para combatir enfermedades epidémicas y protegerse de los huracanes; c) La solidaridad política hacia los pueblos del Tercer Mundo, que alcanza cuotas altas de sacrificio con el envío de soldados a Angola, forma parte de una actitud firme y congruente en el plano internacional.
Del lado sombrío: a) A imagen y semejanza de la Unión Soviética, en la isla se instaura un régimen político totalitario sustentado en el líder absoluto, el partido único, el peso aplastante de la burocracia, la vigilancia policiaca de la sociedad y la cancelación de las libertades civiles y los derechos humanos; b) La dependencia de la URSS y el sometimiento político al bloque soviético son factores que explican la debilidad estructural de la economía cubana y su funesto respaldo a las invasiones de Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968) por parte de los tanques del Pacto de Varsovia; intervenciones militares que liquidaron la posibilidad de experimentar con un socialismo democrático; c) La represión a la disidencia política, las purgas internas contra los cuadros opositores al castrismo, la imposición vertical de políticas públicas, el control estatista de la cultura y de los medios de comunicación; d) Lacras y vicios como la discriminación de los homosexuales, el aumento descontrolado de la prostitución, el ejercicio de la pena de muerte, y la existencia de una creciente desigualdad entre la élite del poder y el grueso de la población, la cual no goza de los privilegios que tienen los turistas en cuanto al uso de playas, hoteles, tiendas y el acceso a Internet; e) El pragmatismo crudo y duro del régimen cubano lo ubica, en numerosas ocasiones, a lado de los dictadores populistas del mundo: Sadam Hussein, Gadafi, Chávez, etc. En el caso de México se establece una alianza incondicional con los gobiernos priístas, aún si con ello se debilitaba a la izquierda nacional; f) Es de lamentar que en Cuba no se haya generado, tal como lo hizo Gorbachov en la URSS, una “perestroika” y una “glasnost” a fin de introducir reformas económicas y democráticas. El peor ejemplo político que hereda Fidel, a diferencia de la actitud de Mandela en Sudáfrica, consiste en no haberse retirado del poder a tiempo, en impedir que una nueva generación de políticos acometieran la transformación profunda del obsoleto sistema comunista.
La etapa actual, la del declive, revela radicales diferencias históricas con respecto a la época gloriosa de la Cuba de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Ahora estamos ante un escenario muy distinto: un mundo globalizado, multipolar, que muestra la paulatina decadencia de la hegemonía estadounidense al tiempo que asciende el poderío chino, un planeta todavía golpeado por la crisis económica de 2008, y en donde han proliferado los derechos universales de tercera generación: las demandas de las minorías, las reivindicaciones étnicas, el ejercicio de la diversidad sexual, la justicia penal internacional y los acuerdos globales para combatir el cambio climático, el extremismo islamista, el lavado de dinero, la opacidad fiscal, el narcotráfico y la ciber-guerra.
En este nuevo contexto donde ya no existe la URSS, el apoyo venezolano no le es suficiente al estado cubano para evitar la debacle de su economía, razón del progresivo deterioro de las viejas conquistas sociales arriba mencionadas. Las recientes migraciónes hacia Estados Unidos de numerosos cuadros profesionales altamente capacitados, y las reformas privatizadoras y mercantiles impulsadas por Raúl Castro, muestran a las claras el fracaso del viejo modelo socialista que sigue cerrado al pluralismo y a las libertades democráticas.
Fidel Castro, ya muy enfermo, dejó finalmente el poder en manos de su hermano, pero siguió siendo hasta su muerte una figura totémica, admirada y venerada. Sus articulos en la prensa oficial indican un deterioro de sus capacidades intelectuales: con más fantasías que datos duros habló sobre una inminente tercera guerra mundial, por ejemplo. Se opuso a las reformas modernizadoras de Raúl y no vio con buenos ojos la reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, impulsadas por Obama. Ya no podrá ver lo nefasto que será para Cuba y los países del Alba el tener al presidente Donald Trump como enemigo político, un sujeto tan maniqueo y simplista en su visión ideológica derechista como lo son los propios líderes populistas que bregan por eternizarse en el poder.
A manera de conclusión: resulta trascendental el papel político desempeñado por Fidel, con sus logros y fracasos, en la configuración histórica de la segunda mitad del siglo XX. Empero, también es cierto que el modelo de sociedad personalista y autoritario que él representa ya no podrá ser un referente que inspire las nuevas luchas democráticas y libertarias que habrá que oponer como resistencia política a las amenazas de tintes fascistas encarnadas por Donald Trump.